viernes, 8 de mayo de 2015

Montes de Aralar

Cinco cumbres de Aralar

Por Fernando J. Pérez
 
  • El popular macizo que discurre entre Euskadi y Navarra es una maravillosa combinación de prados, hayedos y cumbres. Proponemos desde cimas exigentes reservadas a mendigoizales expertos hasta montes sencillos y aptos para todos los públicos

Aralar es, seguramente, el macizo montañoso más popular de Euskadi y Navarra, las dos comunidades entre las que se reparten sus 208 kilómetros cuadrados. Se trata de un gran macizo kárstico que alterna un paisaje caótico de lapiaces, valles ciegos, cuevas y simas con otro más sereno de prados siempre verdes y hayedos de infinitos colores.
A la vertiente navarra de Aralar se puede acceder por el norte desde Lekunberri, Iribas o Astitz y por el sur, desde Uharte-Arakil, localidad famosa por su Artzai Eguna ó día del perro pastor, y el alto de Lizarrusti, en la muga entre Gipuzkoa y Navarra y que acoge el Centro de Interpretación del Parque Natural de Aralar, reserva del sector guipuzcoano del macizo. Este privilegiado espacio natural ofrece estampas inolvidables en cada estación y múltiples posibilidades para disfrutar: senderos de distintos niveles de dificultad, suaves ascensiones a miradores naturales como el del Santuario de San Miguel, nacederos de ríos que viajan escondidos por el interior de la sierra como el de Iribas, dólmenes testigos de vidas lejanas, cuevas que nos acercan a las entrañas de Aralar como la deMendukilo en Astitz y leyendas como la de Teodosio Goñi... En definitiva, un conjunto de maravillas que invitan a disfrutar de la magia de este paisaje prepirenaico.
Los hermosos bosques de Aralar y las zonas de pastos hacen que esta sierra tenga un gran valor naturalístico: hayas, robles y avellanos se levantan junto a pastizales por los que ovejas latxas, yeguas y caballos campan en libertad. Aunque la naturaleza es la protagonista en la sierra de Aralar, la piedra también juega un papel importante. Nos ha dejado multitud de dólmenes diseminados por toda la sierra, bellos caserones en Madotz, Astitz o Baraibar, molinos como el de Aitzarrateta o ermitas como la de Santiago de Itxasperri. Aunque, sin duda, el monumento más destacado es el santuario medieval de San Miguel de Aralar. Lugar emblemático en cuyo interior se conservan las cadenas que, según la leyenda, llevaba Teodosio de Goñi como penitencia por haber matado a sus suegros, víctima de un engaño del diablo y de las que se vio liberado al invocar a San Miguel venciendo así al dragón de Aralar. Si lo visita, recuerde pasar tres veces por debajo para invocar la buena suerte.
Pero una visita a Aralar siempre quedará huérfana si no incluye sus cumbres. Las hay para todos los gustos y aptitudes montañeras. Desde cimas exigentes reservadas a mendigoizales expertos hasta montes sencillos y aptos para todos los públicos. A continuación ofrecemos cinco de ellos con ascensiones que colmarán las expectativas de todo tipo de montañeros.
Alleko
El alto de Lizarrusti, a caballo entre Navarra y Gipuzkoa, constituye una de los principales puntos de entrada a la sierra de Aralar. Tanto que allí se ubica el Centro de Interpretación y de Recepción del Parque Natural. Su remota localización le hace perder visitas en favor de otras 'puertas' más populares al macizo, como Amezketa y Larraitz por Gipuzkoa y Lekunberri o Gaintza en Navarra. A cambio, la recompensa es alta, en forma de paisajes de exhuberante belleza.
La ascensión al Alleko es un sencillo paseo por frondosos hayedos que apenas lleva una hora de caminata, así que aquí proponemos alargar un poco la excursión acercándose hasta los altos pastos de Aralar siguiendo la muga entre Gipuzkoa y Navarra para regresar luego por los remotos valles que señalan los límites meridionales del macizo, donde descubriremos parajes singulares como el embalse de Lareo o la aérea senda -antigua vía ferrea- sobre el barranco de Akarreta.
Comienza la caminata detrás de la que fuera casa de Miqueletes (ahora parketxe y albergue). Hacia la derecha, un caminito pegado a una valla nos sitúa enseguida en el profusamente balizado sendero GR-12 o Senda de Euskalherria, que recorre toda la divisoria de aguas cantábrico-mediterranea desde Pirineos a Burgos. Tras un fuerte, aunque corto, repecho, el camino se adentra en el espectacular hayedo. A tramos, la senda se difumina en la hojarasca, así que conviene no perder de vista las balizas rojas y blancas. No tardamos en remontar las lomas del fronterizo Alleko, hasta salir del bosque y llanear junto a una alambrada hasta un pequeño collado (0h.45'). Desde aquí, la ascensión por la divisoria nos sitúa en apenas diez minutos en la cima, desde la que se disfruta de unas excelentes vistas panorámicas que van mucho más allá de Aralar.
De vuelta al collado, los que no quieran complicarse la vida no tienen más que desandar la ruta para estar de vuelta en Lizarrusti en poco más de media hora. Los más atrevidos deberán perder altura, desde el collado, hasta una pista que recorre la vertiente oriental de Alleko para desembocar en el amplio cordal que ejerce de muga natural entre Gipuzkoa y Navarra. La caminata, siempre guiada por las marcas del GR, se convierte en un agradable paseo en suave ascenso hacia los pastos de Aralar, en los que nos adentramos por el pequeño promontorio de Elurzulueta (2h.00'). Ya por terreno diáfano, salvo un paso entre peñas y un pequeño bosque, alcanzamos la majada de Igaratza, todo un nudo de comunicaciones de Aralar (2h.30').
Enfrente (NW) se alza Pardarri, que vamos a bordear por el sur siguiendo una pista que, en un largo descenso, llega las majadas de Doniturrieta (3h.00'), a los pies de Akaitz Txiki, y Enirio (3h.30'). Es el momento de abandonar el camino principal y seguir el GR-35 hasta el embalse de Lareo, construido en 1989. Cruzado el muro de contención, descendemos hasta el barranco de Akarreta, surcado a media altura por un vertiginoso camino, vestigio del tren forestal y minero, por el que retornaremos, sin mayores dificultades y en un entretenido paseo, a Lizarrusti (5h.00').
Cinco cumbres de Aralar para todo tipo de montañeros
Artxueta
Si Aralar es la sierra más popular de Euskal Herria, el santuario de San Miguel Excelsis es su emblema religioso, una de sus señas de identidad. Atrás, que no en el olvido, han quedado ya los tiempos en los que la ascensión para acudir a sus romerías implicaba una dura jornada montañera hasta el eremitorio, situado a 1.240 metros de altitud. Hoy en día, las carreteras que parten de Lekunberri y Uharte Arakil permiten llegar en coche, no ya hasta las puertas del santuario, sino hasta la misma cumbre del Artxueta, cima que se alza sobre el oratorio. Precisamente, esa accesibilidad la ha convertido en un centro de comunicaciones y se encuentra invadida por antenas.
Pese a todo, la vieja calzada de acceso al santuario desde Uharte Arakil continúa intacta, y es frecuentada por montañeros que optan por la ascensión tradicional. La decisión merece la pena. La ruta permite disfrutar de frondosos bosques, vistas aéreas, dólmenes y loberas. Y, sin duda, la satisfacción de alcanzar a pie el santuario y el Artxueta no es la misma que la de quienes los visitan motorizados.
La marcha comienza en el puente románico que cruza el río Arakil, en la parte baja del pueblo. Seguiremos, a la derecha, por el asfalto hasta el desvío hacia el Santuario, cerca de la ermita de Zamartze. Todavía subiremos otro medio kilómetro -largo- por el cemento, rodeando el Aitxondo, hasta encontrar el inicio de un evidente sendero a la izquierda de la carretera (0h.15').
Tras pasar una pequeña puerta, la senda no tarda en adentrarse en la espesura del bosque mientras gana altura en amplios zigzags por una barrancada. Según vamos dominando los contrafuertes que se alzan a ambos lados -Aitzondo a la izquierda y Elkeitz a la derecha-, el terreno se hace más despejado, permitiendo buenas vistas del Beriain, al otro lado del valle, y Uharte Arakil, a nuestros pies.
En este agradable paseo alcanzamos el collado Urrezegi (0h.45'), donde el sendero, bien marcado, se adentra en una zona herbosa de pendiente más suave. Ua tradicional cruz de San Miguel Excelsis -de hierro y colocada sobre una piedra- (1h.05'), situada cerca del dólmen de Artzabal, confirma que vamos por la ruta correcta.
El camino continúa ganando altura y deja atrás cotas como Amorleku. En algunos tramos, incluso divisaremos, en lo alto, los muros de la Hospedería de San Miguel, aunque antes pasaremos junto a otro dolmen -Otsopasaje- y los restos de una lobera. El sendero llega hasta la carretera, cerca ya del Santuario, pero aún no es el momento de cruzarla; siguiendo el camino por la izquierda, evita dos revueltas del vial para cruzarlo junto a una cruz, justo debajo de la ermita, a la que se llega (1h.40') tras superar los últimos desniveles.
Queda subir al Artxueta. Descendemos unos metros por la carretera hasta el cruce de la pista que sube a sus antenas. Evitándola, cogeremos, a la izquierda, el cresterío herboso que, entre piedras y tras cruzar la vía en su tramo final, lleva a la afeada cumbre (2h.00'). El vértice geodésico está sobre una caseta y el buzón, detrás del edificio principal. El consuelo a tanta profanación lo encontramos al norte con la vistas que ofrece de Aralar.
Cinco cumbres de Aralar para todo tipo de montañeros
Akier
Akier es la cumbre más destacada del extremo oriental de Aralar. Se eleva sobre el valle colgado de Ata, siempre misterioso, y el menhir de Erroldan Harria, dos elementos que por sí solos justifican la excursión. El acceso más rápido tiene como punto de origen el Santuario de Aralar, con la singularidad de que está más elevado que la cumbre a visitar. Así que el mayor desnivel positivo lo salvaremos no en la ida, sino a la vuelta.
Desde el aparcamiento del Santuario desandamos por la carretera de acceso al templo hasta el collado Putzuzar, donde empieza la pista que sube al Artxueta y confluyen los senderos GR-20 (Vuelta a Aralar) y PR-NA.82 (Iribas-San Miguel de Aralar), cuyas marcas blanca y amarillas serán nuestras guías en este primer tramo de la excursión. Allí mismo comienza un sendero que no tarda en convertirse en una bonito camino empedrado hasta el hayedo. Justo antes de adentrarnos en el bosque, pasamos junto a Apezaren malkorra, un gran montón de piedras con leyenda propia. Según esta, al capellán del Santuario de San Miguel lo designaron párroco de Madotz. Con gran disgusto tuvo que dejar su querido templo, pero todos los días subía desde el pueblo, por el valle de Ata, hasta ver el Santuario. Rezaba una oración, arrojaba una piedra al suelo y se volvía a Madotz. Y así es como tomó cuerpo ese gran montón de piedras, a modo de túmulo.
Efectivamente, el túmulo del cura de Mandotz da paso al hayedo. La agradable senda pierde altura pegado al cordal del Solloaundi, del que más abajo nos alejamos para descender ya hacia el valle de Ata. Más abajo badeamos un arroyo (0h.45') y salimos a una pista, que seguimos hacia la derecha. Tras cruzar una compuerta, la pista desemboca en el valle, ya en terreno abierto. Es el momento de abandonar el sendero balizado, que hacia la izquierda se dirige a Iribas. El valle se abre ante nosotros encajonado entre los cordales del Akier (izd.) y Soilaundi (dch.). Avanzamos por sus agradables pastos y dejamos a la derecha, junto a un corral y el abrevadero-fuente de Fagope, el desvío a Atako Arratea, puerta de acceso al vallejo desde la carretera entre Uharte Arakil y el Santuario. Nosotros continuamos por el fondo del valle hasta encontrar la Piedra de Roldan (Erroldan Harria) (1h.05'). Se trata de un menhir que, según la tradición, fue lanzado por el mítico Roldan desde San Miguel de Aralar para destruir el pueblo de Madotz. Sin embargo, no alcanzó el pueblo y cayó en Ata. La misma leyenda asegura que la incisiones que muestra la roca son las marcas de los dedos del legendario héroe pirenaico.
Caminamos unos metros hasta desembocar en un descampado. A la izquierda se alza el Akier y sus cotas secundarias. Una traza de sendero remonta la ladera en diagonal y se adentra en el hayedo hasta una alambrada. La seguimos hasta encontrar un paso en ella. El terreno se vuelve abrupto. La ascensión final discurre por él sin sendero definido, buscando el terreno más cómodo y con la única referencia de la propia cima, así que es mejor no aventurarse en caso de niebla. Alcanzada la escarpada cumbre (1h.45'), coronada por un buzón en forma de cohete, las hayas prácticamente impiden cualquier vista panorámica
La vuelta podemos realizarla desandando el camino realizado o saliendo a la carretera de Uharte por Atako arratea. Si elegimos esta última opción, una vez en la carretera, remontamos algo menos de kilómetro y medio por la pista cementada hasta una curva, donde continuamos por el GR-20 (Vuelta a Aralar) hasta el Santuario.
Cinco cumbres de Aralar para todo tipo de montañeros
Beloki
La sierra de Aralar es conocida tanto por su belleza y la mitología que encierra como por sus abruptos perfiles. Sin embargo, no todas sus cumbres cumplen con esa característica. Desde los casi mil metros de altitud de Guardetxe, en la carretera que lleva desde Lekunberri a San Miguel de Aralar, las cumbres más cercanas quedan próximas en una excursión mañanera apta para todos los públicos si evitamos los tramos kársticos.
Ese es el caso del Beloki, loma redondeada y herbosa de fácil acceso por hayedos y praderíos. La excursión, además, permite descubrir uno de los muchos tesoros que encierra Aralar. Se trata de las 'arkuek', ancestrales cabañas de piedra con techo en forma de cúpula utilizadas por los pastores, de las que aún quedan restos visibles cerca de la borda de Bustinza. A la salida del bosque en el que se encuentra el dolmen de Albi, en el mismo aparcamiento al borde de la carretera, nace en un portón de hierro un evidente camino herboso que se interna en el hayedo (N). La senda llanea por un agradable tramo, pasa junto a la borda de Migel y continúa entre hayas y espinos blancos.
Sin apenas ganar altura, el camino se asoma a un llano donde queda difuminado entre la hierba (0h.15'). No hay más que seguir las trazas y cruzarlo hasta el final. A la izquierda, la vía entra en un tramo empedrado y por fin gana altura con brío. La pendiente dura poco. Enseguida vuelve a llanear para convertirse en una senda al borde de un pinar, cerca de una estela funeraria (dch.) en recuerdo de un fraile capuchino fallecido en el lugar.
El camino serpentea entre rocas hasta desembocar en una pequeña campa. Sigue hacia la derecha y, tras pasar otro tramo rocoso, se llega a la borda de Bustinza. Merece la pena seguir la senda hacia la izquierda y remontar por una zona rocosa hasta un collado al pie de una gran hoya. Nuestro objetivo son un grupo de 'arkuek' levantadas a la derecha, en una pequeña hoyada. Al bordearlas hacia la derecha, alcanzamos la campa en la que se encuentra la borda de Bustinza, utilizada como refugio libre (0h.35'). Frente a ella, el arroyo que viene del collado Urdagoene se pierde en una surgencia. El camino pasa ante la modesta edificación y continúa hacia el norte, a través de un estrecho paso entre las rocas, para desembocar en unos prados por los que juguetea la regata. Enfrente se alza Urdagoene y a su derecha, el Beloki.
Sin dificultades llegamos hasta el collado (0h.45'), cruzado por una pista de todoterrenos. A partir de aquí, solo resta remontar la loma herbosa y superar el pequeño farallón que protege el cordal cimero del Beloki, por el que llanearemos (izq.) hasta el buzón que señala la cima (1h.00'). Las cumbres del Aralar navarro se extienden ante nosotros, hacia el noroeste. Al noreste, el horizonte dibuja el abrupto perfil de los Pirineos.
Cinco cumbres de Aralar para todo tipo de montañeros
Puttarri
Al suroeste de la sierra de Aralar, cerca del alto de Lizarrusti, centro neurálgico del parque, se alza el Puttarri. Es una cumbre muy visitada por los montañeros que transitan por esta zona. Por un lado, su estratégica ubicación, su altitud y su fácil acceso la convierten en uno de los mejores miradores del macizo. Por otro, siempre ha sido un lugar de cita para los mendigoizales vascos por ser una montaña cargada de leyendas y mitología, ya que los lugareños la consideran una de las moradas de la diosa Mari y el lugar donde vive también el genio Eko, en una cueva que atraviesa la montaña, en una de cuyas bocas, bajo las raíces de un tejo, se esconde un pellejo de oro.
Viniendo desde Etxarri Aranaz, la marcha comienza un kilómetro antes de alcanzar el puerto de Lizarrusti. A la altura del puente que cruza sobre el arroyo Txortxorre, junto a las ruinas de una vieja fábrica, empieza la caminata. Exactamente al lado del edificio de tres plantas que afea el paisaje parte un tupido sendero que asciende entre zarzas y helechos hasta desembocar, un poco más arriba, en una ancha pista. Si queremos evitar los arañazos, podemos coger la pista desde su inicio en la misma carretera, cien metros antes de la fábrica.
El camino gana altura con desniveles cómodos, mientras se aproxima, hacia el Este, al Puttarri, invisible en todo momento ya que transitamos por un bosque en el que predominan las hayas. Sí podremos ver (izd.), entre las ramas, la cumbre del cercano Alleko. Desechando los pocos desvíos que ofrece la pista principal, a la media hora de caminata nos topamos con una valla que tiene un paso de madera para salvarla (0h.35'). Tras cruzarla, nos adentramos en un bello hayedo con ocasionales claros, donde el camino continúa ascendiendo con desniveles sostenidos pero cómodos.
Por fin alcanzamos un tramo en el que la pista llanea. Después de unas decenas de metros sin ganar altura llegamos a un bifurcación (0h.55'). Nuestro camino es el de la derecha (señalado en un árbol), que asciende hacia la cumbre. Aún seguiremos un rato por el hayedo, donde la ruta se vuelve a empinar, hasta el collado de Kalelantegi, un amplio rellano poblado de hayas y rocas (1h.15').
Afrontamos la recta final de la ascensión, también la más complicada. La cumbre se alza a la derecha del collado. Pronto nos adentraremos, a través de un sendero, en el laberinto rocoso que configura la peña cimera y que en algún punto incluso nos obliga a ayudarnos con las manos. En todo caso, se trata de apenas unas decenas de metros antes de desembocar en la cresta cimera, por la que daremos los pasos finales hasta el punto culminante.
La cumbre (1h.25') está coronada por un buzón en forma de cohete y un vértice geodésico destrozado en el que a duras penas aguanta otro buzón, viejo y oxidado. Con sólo alzar la vista comprobaremos que nos encontramos en un excelente mirador a Aralar, cuyas principales cumbres se muestran en toda su extensión ante nosotros.